IMAGEN: Foto que tomé hace tres años en otra ciudad, pero usada aquí para ilustrar el relato.
Es un hombre que anda por todos lados, en varias colonias. Casi siempre se pasa las mañanas en alguna tiendita tomándose una gaseosa acompañada con pan dulce. Así es mucha gente de por acá. En lugar de café se toman su soda con pan. La persona de la cual estoy hablando es conocida como don Cayetano. Vive en Mexicali, eso dicen, aunque hay algunos que juran que no vive en ningún lado. Agregan que es un fantasma. Otros dicen que es un espíritu, una alma en pena. Podría ser, después de todo en estos lares hay muchos de esos seres que regresan del más allá y se la pasan vagando por todos los rincones de nuestro pueblo y haciendo de las suyas.
Todo empezó hace años cuando este valle no era nada, sólo un desierto que casi nadie sabía que existía. Excepto los indígenas, por supuesto, los cucapá, esas gentes que construyeron sus aldeas cerca del agua y de las nopaleras. Fueron ellos, acá entre nos, los primeros seres que arraigaron esa costumbre de andar regresando del más allá. No fue a propósito. Fue algo que se desenlazó años después por eso de las inundaciones del río Colorado, las que casi siempre arrasaban con cementerios y otros lugares sagrados de aquellos indígenas. Esas crecidas aguas desenterraban ataúdes, osamentas y no sé qué más. Arrastraban lo desenterrado y lo depositaban en ranchos, en colonias, en canales y hasta en tierra virgen.
A mí no me consta, pero de acuerdo con lo que he escuchado de fuentes fidedignas, a las almas de esos seres les cae de la patada que sus restos anden regados por todos lados. Por eso regresan del más allá y con sustos y amenazas tratan de que se devuelvan esas osamentas a los lugares correctos. Otras almas en pena regresan por otras razones, no cabe duda. Hay algunas que no se portaban bien cuando andaban por acá todavía con carne y hueso. Ahora tienen que pagar por esas maldades y a cada rato tienen que hacer sus viajecitos por estos rumbos con una sola misión en mente: ayudar al prójimo. Es casi seguro que don Cayetano sea una de esas almas, pero tengo mis dudas. Ahora les platico por qué digo lo que digo.
En primer lugar, es difícil creer que los espíritus anden tomando gaseosas y mas a lo cachanilla, con su panecito al lado. De acuerdo con los que han visto a don Cayetano tomarse su soda, dicen que lo hace con muchas ganas y al igual que otros paisanos vivos, no deja que se le caiga ninguna boronita dentro de la botella del refresco. Es bien cuidadoso. Anda también bien planchadito, con los zapatos bien boleados y nada de empolvados. Cuentan también que a cada rato saca de su bolsillo un pañuelo blanco que usa para quitarles el polvo. Eso es muy cachanilla, digo yo, y eso del refresco y el pan y de andar bien catrín son cosas de los vivos. Es por eso que dudo que ese señor sea un espíritu. Está vivo. A menos, por supuesto, que haga todo eso para despistar y poder hacer de las suyas en nuestras tierras.
Lo bueno de don Cayetano, en caso de que sí sea un ser del más allá, es que nadie lo ha visto asustando gente, así como lo hacen algunos de esos fantasmas que se afanan en visitarnos. Además de disfrutar de su soda con pan y de lucir bien planchadito, ese señor sí que da buenos consejos. Bueno, en realidad no son consejos, sino que toca buenos temas y se adentra a ellos con puntos de vista llenos de sabiduría. Él ve y entiende detalles que a veces nosotros los vivos no vemos ni entendemos. Sabe de todo ese don.
El otro día, por ejemplo, tocó un tema que nos afecta casi a todos a nivel mundial. Me contó esto alguien que estuvo platicando con él en el frente de una tiendita sobre el bulevar de Las Américas, en la colonia Cuauhtémoc. Los dos estaban sentados en esos banquitos que casi siempre se encuentran frente a las tienditas de nuestro pueblo, para que los clientes reciban ahí el sol y se pongan a platicar. Don Cayetano andaba muy enojado, dijo mi conocido, por cosas que sucedían en su casa y que tenían que ver con el uso del teléfono celular, esos aparatos que supuestamente son inteligentes y que traen Internet, Facetime y un montón de otras aplicaciones cibernéticas que más que todo sólo la gente joven entiende. Don Caye, como a veces le dicen sus amigos, un señor con sesenta a setenta años de edad y cortado bien a la antigua, no anduvo con rodeos según lo que me contaron.
“Llego a la casa y nadie me saluda; todos están metidos en sus benditos teléfonos”, dijo don Cayetano. “Está bien, yo sé que los tiempos han cambiado y que esos aparatos sirven para mucho, pero válgame Dios, eso de no saludarme, a mí, al que les dio de comer y a veces los sigue manteniendo. A mí, el que les compró calzones y los cuidó cuando estaban creciendo. No hay derecho”.
Dice mi fuente de información que a don Cayetano se le estaba pasando la mano y que no sólo hablaba en voz alta, sino que empezó a escandalizar el entorno. Ya no eran quejas en voz baja, en confidencia, sino gritos. En eso pasa una joven cuya aparente meta era entrar a la tiendita. Iba cabizbaja, como dicen, con la cabezota metida en el teléfono. Que no se va levantando don Caye y casi le arrebata el aparato a la joven, si no hubiera sido por la oportuna intervención de mi amigo, el que me contó la anécdota.
Es por eso también que digo que don Cayetano no es ningún espíritu o alma en pena. Un fantasma no andaría con titubeos. Ésos hacen lo que les da la gana, especialmente cuando andan cabreados. Uno de esos seres del más allá le habría arrebatado el teléfono a la incauta dama sin pensarlo dos veces. Así son ellos.
NOTA: Éste es un cuento, algo ficticio, con un poco de verdades y algunas mentirillas. Si les gusta leer más sobre don Cayetano y sus puntadas, seguiré escribiendo sobre él de vez en cuando. Saludos.
Muy agradables sus relatos don Pedro. Me encanta la forma que nos transporta al momento de sus relatos. Reciba un abrazo de un orgulloso cachanilla por adopción. Felicidades !
Gracias por tu comentario, Temo. Te regresa el abrazo un cachanilla de nacimiento, pero ciudadano del mundo por cosas de la vida. Saludos.
Interesante sus relatos, saludos desde Venezuela el mejor país del mundo…
Gracias Rosalva, gracias por leerme.