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Un Año Más en Nuestro Mundo Cavernícola

By April 11, 2016 8 Comments

Vilma, Pedro, Xochimilco-1 3FOTO: Vilma y un servidor durante un viaje (de rigor) en lancha en Xochimilco, en agosto de 1970.

 

Hoy lunes 11 de abril de 2016, mi esposa y yo cumplimos cuarenta y seis años de casados. Nos unimos para siempre el once de abril de 1970, en la iglesia Santa Teresita, en San José, Costa Rica. Ella se llama Vilma, como ya lo he contado en varias ocasiones. Sí, somos los Picapiedra. Pedro y Vilma.

Allá en los años cincuenta, cuando yo estaba chamaco y deambulaba solitario en las aceras de mi escuela primaria en Mexicali, soñando con un amor secreto (Carmen Bojórquez), nunca me imaginé que cuando llegara la hora me iba a casar con una tica (así les dicen a las mujeres de Costa Rica). Pero así fue; son cosas de la vida.

Nos conocimos en Panamá el quince de septiembre de 1969. Ella visitaba a su hermana que vivía allí, yo estaba en la fuerza aérea. Fue amor a primera vista; poco después, fue amor de lejos. Yo en la Zona del Canal, ella en San José. Ya sé, amor de lejos…

Pocos días antes de cumplir siete meses de conocernos, nos casamos. Éramos medio aventados los dos. Tuve que pedir su mano a la antigua y tratar de convencer de ello a su papá, don Álvaro Masís Loaiza (quien todavía vive y tiene noventa y nueve años de edad). La mera verdad, los mexicanos no teníamos buena fama en Costa Rica en aquellos entonces, no sé porqué. Él trató como pudo para que yo cambiara de parecer y me olvidara de su hija, pero yo insistí y le dije esto y lo otro y que yo la quería montones. Al ver el caso perdido, mencionó algo que hasta la fecha no he olvidado:

“Vilma es la más hacendosa y la más trabajadora de todas mis hijas”, me dijo, pero me advirtió que tenía un carácter medio tremendo. No cabe duda, el suegro le pegó al clavo. Acá entre nos, yo también tenía mi carácter. Era a veces de pocas pulgas.

Así que nos casamos, nos quisimos a lo loco y poco después viajamos por tierra (en un Volkswagen) desde Panamá hasta California. Como ya lo dije, éramos medio aventados los dos. Duramos veinte días en la travesía, pues queríamos ver casi todo a nuestro paso. Hicimos escala en casi todas las capitales de los países que cruzamos, excepto en Tegucigalpa, pues estaba lejos de nuestra ruta. Permanecimos en varias ciudades por más de un día. En San José, San Salvador, Guatemala y Oaxaca nos quedamos durante dos noches, en la capital mexicana tres.

Hemos viajado mucho desde aquella primer travesía, no sólo por cosas de mi chamba en fuerza aérea, sino porque nos gusta viajar y somos de patada larga. A mí me gusta conocer otros pueblos, otras gentes; a mi esposa otras cosas: tiendas, playas, hoteles.

Tenemos dos hijos y dos nietos, todos bien portados. Nos ha ido bien. Como matrimonio hemos tenido nuestros tropezones, pero al sacar bien la cuenta, nos ha ido a todo dar.

Para celebrar la ocasión, preparé una carne asada ayer por la tarde. Me encanta asar carne. Eran buenos esos trozos de carne, de esos de calidad, pero a buen precio. Quedaron deliciosos, jugosos y llenos de sabor. Al disfrutar ese manjar al lado de mi esposa (con vinito tinto, por supuesto), gratos recuerdos iluminaron mi mente. Así han sido ese montón de años juntos, me dije a mi mismo. Deliciosos, jugosos y llenos de sabor. Espero que nos queden muchos más por delante.

Esta noche le voy a llevar flores. Un buen ramillete. Vilma siempre me dice de antemano que no gaste en flores, que ¿para qué?, pero yo no hago caso. Yo sé que sí le gustan. La conozco muy bien. Yo creo que muchas mujeres son así. Dicen que no, pero ese “no” es en realidad un “sí”.

En el transcurso de la noche pienso salir al patio a tomarme una cervecita. El perrito (Oreo) siempre sale conmigo, pero se aburre luego luego y se para en la puerta para que yo la abra y él pueda entrar de nuevo a la casa. Entre paréntesis, él nunca me ha cerrado la puerta por dentro, pues está muy chiquito y no alcanza la aldaba. ¡Imagínense lo que tendría que gritar yo si ese bendito can pudiera cerrar el picaporte!.

“Vilma, ¡ábreme la puerta, que Oreo (el minino tigre) me ha dejado afuera!”.

 

AUTOR: Pedro Chávez

 

8 Comments

  • NORA PERAL says:

    MUCHAS FELICIDADES PICAPIEDRAS!!!!! Que vivan muchos años mas de amor, salud y aventuras, la vida se disfruta mas al lado de una grata compañia. QUE DIOS LOS BENDIGA!!! un Abrazo.

  • Yadhira Robles says:

    Felicidades Don Pedro…todo un orgullo CACHANILLA…excelentes relatos que nos hacen transportarnos a su aventuroso pasado…un verdadero ejemplo de un matrimonio hermoso…Los Picapiedra.Ya

  • Ruben Reyes says:

    ¡Que hermosa historia!

  • Gleudis Barreto says:

    Hermosa historia; Dios les continúe bendiciendo su matrimonio y les de muchos años mas juntos Felicidades