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Las Peripecias de un Cachanilla – III

By May 26, 2016 6 Comments

1900374IMAGEN: Teleférico de Caracas de los años cincuenta.

 

VENEZUELA: SUS COSAS Y SU GENTE

Nunca he estado en Venezuela pero un día de estos la voy a visitar. Me gustaría tocar la espuma del río Arauca y meterme en sus aguas y pasearme en las planicies de ese país llanero, atiborrado también de abismos y montañas. Estoy seguro que al visitarla me enamoraría de ella, de sus playas, de su gente, de su música, de sus hallacas. De su ron, el Pampero. Sé de antemano que cuando la visite me voy a quedar allí por mucho tiempo, para disfrutarla, debajo de sus palmares, arrullado por la viva Diana de su brisa y de su sol, como lo dijo ya antes con parecidas palabras un compositor venezolano.

Desde chico he sabido algo de ese país, de Simón Bolívar, del sueño bolivariano y de la importancia histórica de esa nación para toda nuestra América. La empecé a conocer cuando estaba en la escuela primaria en mi natal Mexicali (en el norte de México) cuando casi a diario escuchábamos el segundo himno venezolano, el joropo “Alma Llanera”. Eso fue en los años cincuenta. En 1960, fui al cine Lux de esa misma ciudad a ver la película “Dos Gallos en Palenque”, con el cantante mexicano Lalo González “El Piporro” y el comediante venezolano Julián Pacheco. Fue una vacilada, un filme chusco en el cual los dos actores se peleaban por la misma mujer. Pero lo mejor de todo fueron las habladas que se hicieron los dos: uno con su toque norteño, el otro con su deje bolivariano. Me gustó mucho esa película; qué lástima que no la he podido encontrar en el mundo cibernético para verla de nuevo. A la mejor por ahí aparece. Algo más que sí aprecié de ese filme fueron las impresionantes vistas panorámicas de ese país, de Caracas, de su teleférico y sus montañas. Se miraba requete chulo todo eso.

Para ese entonces, cuando se filmó la película, los venezolanos ya tenían su fama. Eran los ricos de Latinoamérica. El oro negro brotaba a gorgoteos de ese mar y tierra maracucha. Eran de buen whiskey y buenos gustos. Tenían lana, no cabe duda.

Con el pasar de los años, he llegado a conocer muchos venezolanos, varios de ellos en la Zona del Canal, República de Panamá, allá por los años sesenta. Yo militaba en la fuerza aérea de los Estados Unidos y me encontraba acantonado en la base Albrook, en una academia militar que entrenaba estudiantes de casi toda nuestra América. Era curioso, casi todos los estudiantes e instructores venezolanos en esa academia jugaban béisbol. Me recordaban a Luis Aparicio, al gran parador en corto (de Maracaibo, Venezuela) de las ligas mayores, en aquellos tiempos cuando era casi imposible para que un jugador de nuestros países pudiera participar en esas ligas.

Recuerdo una anécdota que tiene que ver con esos hermanos de nuestro hemisferio. Ocurrió en mil novecientos setenta y siete. Estaba yo todavía en la fuerza aérea, acantonado en la base de Torrejón, muy cerca de Madrid. Cada vez que teníamos la oportunidad, mi esposa y yo nos escapábamos a algún lugar de recreo. Una noche de esas se nos metió la idea de ir a ver a Pedro Vargas, quien se presentaba en el club nocturno Florida Park, en el parque del Retiro. Al llegar al lugar nos dijeron que ya no había cupo. Andábamos bien vestidos y con montones de ganas de escuchar a ese tenor, pero por más que tratamos, el maître nos dijo repetidamente que no había cupo.

“¿Qué de esas mesas que están allá?”, le pregunté al maître y apunté hacia varios lugares desocupados sobre una plataforma cercana al escenario.

“Esas están reservadas, son para un grupo de venezolanos”, me contestó. Al ver que yo insistía, el maître decidió ayudarnos.

“Esperadme”, agregó con su mejor deje español. “Te voy a busca un lugar, sólo porque eres mexicano y quieres ver a tu cuate cantar”. Se rió al decir eso de cuate.

Mientras esperábamos, nos fuimos hacia las mesas reservadas, pensando que a la mejor nos dejaba sentar en una de ellas. Cada mesa tenía un litro de whiskey de marca Johnny Walker, Black Label. “Tremendos estos venezolanos”, me dije a mí mismo. “Sí que tienen lana”.

Momentos después nos llamó el maître. Había colocado una mesita con dos asientos casi junto a la entrada del lugar. Estaba bien lejos del escenario, pero de todas maneras le dimos las gracias y me imagino que también una buena propina. Una vez que empezó a cantar Pedro Vargas no nos importó estar tan lejos, pues con esa vocezota que tenía ese gran señor, todas sus interpretaciones se escucharon requete bien. Estábamos tan contentos que ni siquiera nos dimos cuenta cuándo llegaron los venezolanos y se tomaron su whiskey.

Antes de despedirme, déjenme contarles una anécdota más, ésta es sobre algo relacionado con el cantante venezolano José Luis Rodríguez “El Puma”. Esto sucedió a mediados de los años ochenta, en el norte de California (Estados Unidos). El Concord Pavilion, un lugar de eventos al aire libre cercano a San Francisco, me invitó para que cubriera la presentación de “El Puma” y escribiera sobre la misma. Decidí ir y me llevé a mi esposa, pues ella lo había visto en una telenovela y era su fan. Nos tocaron buenos asientos, cerca del escenario. Buen show presentó ese José Luis. Cantó “Pavo Real”, “Caballo Viejo” y no recuerdo qué más. Todo mundo aplaudía; se desbordaba el regocijo en aquel pabellón.

Después de la presentación nos fuimos a una sala junto a los camerinos y allí esperamos al cantante para entrevistarlo. Poco más tarde salió “El Puma” y nos saludó. Las mujeres de los medios noticiosos que estaban allí casi se lo comían con sus ávidas miradas. Una vez que llegó mi turno para entrevistarlo, me presenté y también a mi esposa. Nos dimos la mano. A mi pareja le plantó un beso en la mejilla. Casi me quejaba, pero decidí no hacerlo. “¿Para qué?”, me dije. Además, presiento que a mi mujer le gustó recibir un beso de José Luis Rodríguez “El Puma”. Así son los famosos, se aprovechan de la situación.

Escribí bien de él de todas maneras. Después de todo, no era culpa de ese cantante y actor que tantas mujeres lo asediaran.

 

AUTOR: Pedro Chávez

 

6 Comments

  • Maria Auxiliadora gracia says:

    Gracias por hacerme sentir más orgullosa de ser venezolana, su manera de redactar es extraordinarias realizóla mejor biografía de mus país, en cada palabra visualizaba todas la regiones de mi país y el gloria al bravo pueblo, mil gracias y muchas bendiciones por recordarnos y amarnos de esta manera que dios me lo bendiga, mil gracias de nuevo, como decimos aquí que chevere le quedó este artículo!

  • Dilsya Mansilla says:

    Muy bonito todo lo que describes de mi amada Venezuela, gracias por eso. se me hincha el pecho de orgullo y espero siempre si puedas venir, eres BIENVENIDO. Soy de una ciudad de Venezuela llamada Maracaibo en el estado Zulia, que por cierto no puedes dejar de visitar en tu periplo por Venezuela. Te volverás loco con el calor que hace aquí pero eso no se compara con el verdadero calor de su gente, ocurrentes, hospitalarios, contestatarios sí, pero buenas personas. La gastronomía es un espectáculo y que decir de nuestro hermoso lago, un poquito maltratado pero nuestro al fin…. Y no puedo terminar este comentario sin hablar de nuestra querida reina y madre la Virgen de la Chiquinquirá. Debes visitar su bella basílica. Como nota particular la llamamos la chinita, por aquello de la costumbre de decirle a los guájiros (etnia wayú) cariñosamente chinos y también virgen morena igual que a nuestra excelsa virgen de Guadalupe, tu patrona. Ah se me olvidaba debes escuchar nuestra música la gaita zuliana… por último nos encantan las rancheras y música mexicana

  • Dilsya Mansilla says:

    Muy bonito todo lo que describes de mi amada Venezuela, gracias por eso. se me hincha el pecho de orgullo y espero siempre si puedas venir, eres BIENVENIDO. Soy de una ciudad de Venezuela llamada Maracaibo en el estado Zulia, que por cierto no puedes dejar de visitar en tu periplo por Venezuela. Te volverás loco con el calor que hace aquí pero eso no se compara con el verdadero calor de su gente, ocurrentes, hospitalarios, contestatarios sí, pero buenas personas. La gastronomía es un espectáculo y que decir de nuestro hermoso lago, un poquito maltratado pero nuestro al fin…. Y no puedo terminar este comentario sin hablar de nuestra querida reina y madre la Virgen de la Chiquinquirá. Debes visitar su bella basílica. Como nota particular la llamamos la chinita, por aquello de la costumbre de decirle a los guájiros (etnia wayú) cariñosamente chinos y también virgen morena igual que a nuestra excelsa virgen de Guadalupe, tu patrona. Ah se me olvidaba debes escuchar nuestra música la gaita zuliana… por último nos encantan las rancheras y música mexicana

  • Dilsya Mansilla says:

    Muy bonito todo lo que describes de mi amada Venezuela, gracias por eso. se me hincha el pecho de orgullo y espero siempre si puedas venir, eres BIENVENIDO. Soy de una ciudad de Venezuela llamada Maracaibo en el estado Zulia, que por cierto no puedes dejar de visitar en tu periplo por Venezuela. Te volverás loco con el calor que hace aquí pero eso no se compara con el verdadero calor de su gente, ocurrente, hospitalario, contestatario sí, pero buenas personas. La gastronomía es un espectáculo y que decir de nuestro hermoso lago, un poquito maltratado pero nuestro al fin…. Y no puedo terminar este comentario sin hablar de nuestra querida reina y madre la Virgen de la Chiquinquirá. Debes visitar su bella basílica. Como nota particular la llamamos la chinita, por aquello de la costumbre de decirle a los guájiros (etnia wayú) cariñosamente chinos y también virgen morena igual que a nuestra excelsa virgen de Guadalupe, tu patrona. Ah se me olvidaba debes escuchar nuestra música la gaita zuliana… por último nos encantan las rancheras y música mexicana