CuentosEspañol

De Don Cayetano y Otros Fantasmas

By July 13, 2016 No Comments

Salón de actos, CER-2

IMAGEN: Salón de actos de la escuela Presidente Alemán. Mexicali, Baja California, México, circa 1960.

 

Mucha gente cree que los fantasmas de hoy son como aquellos fulanos que espantaban en los tiempos de antes: malones, medio transparentes, capaces de volar de un lado a otro, cubiertos con sábanas, así como dibujaban a Gasparín, el fantasma amistoso, y a sus cuates (en las revistas de monitos). O como aquellos espíritus que se convertían en perros feroces, coyotes y otros animales salvajes. Pero la realidad es otra.

Los fantasmas de hoy en día generalmente regresan del más allá a cumplir sus sentencias sin hacer mucha bulla; casi todos se convierten en seres humanos y con ese tapujo llevan a cabo sus deberes. Según lo que he escuchado, la chamba de la mayoría de esos espíritus en nuestro mundo terrícola es muy diferente ahora. En lugar de asustar, así como lo hacían antes, sus principales deberes son corregir a los humanos que no nos portamos bien, y asustarnos si es necesario. Lo digo porque eso fue lo que me dijo don Cayetano, un fulano que sí sabe de fantasmas.

Ya les había contado algo sobre ese señor, o más bien, ese espíritu, a quien le gusta tanto Mexicali que parece que ya se quedó en nuestro terruño indefinidamente. Les había dicho también que a diario se toma su Pepsi con pan dulce en alguna tiendita de la colonia Cuauhtémoc. Allí se la pasa platicando de un montón de temas actuales y de los ayeres. Los que conocen bien a ese fantasma lo llaman don Caye. Es fácil identificarlo, pues se viste bien y luce bien ese canijo espíritu. No cabe duda, es un catrín. Aunque debo advertirlo, existen algunos testigos que juran haberlo visto en fachas; mal vestido, especialmente cuando se dedica a descansar y hacer relax.

Regresando al tema de los fantasmas de hoy en día, déjenme explicarles que la razón que escribo de nuevo sobre ese fulano es porque me contaron que él y otros espíritus que cumplen sus castigos en nuestra tierra cachanilla, van a tener una importante reunión en un salón de actos que conocí extensamente cuando yo iba a las escuelas primaria y secundaria. Es el salón que estaba en la segunda planta del edificio de la escuela Presidente Alemán, en la colonia Cuauhtémoc Sur, un inmueble educacional que era también conocido como Centro Escolar Revolución (en el turno vespertino de la primaria) y Secundaria Nocturna Federal Número Treinta, Profesor Erasmo Pérez y Pérez (por la noche). Digo que ese salón “estaba” porque de acuerdo con lo que he escuchado ese gran cuarto ya no existe. Por otro lado, como se trata de fantasmas, esos canijos hacen que todo aparezca o desaparezca conforme les da la gana.

Pero allí se van a reunir todos los fantasmas asignados a esos lares. De acuerdo con el bochinche, la reunión la va dirigir una de las ánimas mayores que va venir a Mexicali a jalarles las orejas a todos esos espíritus. Resulta que últimamente no están haciendo bien sus chambas. En lugar de andar corrigiendo a humanos descarriados, desperdician su tiempo haciendo mil y una cosa que tienen poco que ver con sus asignaciones. Eso sí, casi todos esos espectros inventan montones de excusas que, según ellos, interfieren en sus labores; para eso sí son buenos.

Que hace mucho calor para andar correteando a humanos desorientados; que a la mejor sería preferible asustarlos por las noches para que se porten bien; que los tiempos han cambiado y que lo que antes se consideraba incorrecto, ahora no tiene nada de malo. Así se encauzan casi todas las excusas de esos fantasmas haraganes. Eso sí, para andar de comilones no son ni lerdos ni perezosos y a diario se la pasan en diversos restaurantes chinos llenando sus panzas con fideos, arroz y toda clase de suculentas carnes que los cocineros de esos lugares sí que saben preparar bien. Entre paréntesis, Mexicali es conocido como una especie de emporio culinario cuando de comida china se trata. Estoy seguro que es esa una de las razones por lo cual casi todos los fantasmas se quedan allí para siempre.

No cabe duda, muchos de ustedes que leen estas tarugadas van a cuestionar ciertos comentarios que hago sobre esos espectros que vienen del más allá a tratar de salvar a puñados de almas cachanillas. Lo entiendo. Van a discrepar y mencionar que según todo lo conocido por siglos y siglos, a los fantasmas no les afecta ni el calor ni el frío y que tampoco tienen que comer para sobrevivir, y que es imposible que esos seres tomen la forma humana, pues no son de carne y hueso.

Muy cierto, aunque mirándolo bien mirado los fantasmas son capaces de todo. Claro, es también muy cierto que los tiempos han cambiado y que la gente de hoy ya no se asusta tan fácilmente, ni con aullidos o apariciones o aventadas de puertas y ventanas. Mucha gente de estos días de avances tecnológicos es muy lista, a veces hasta se pasa de lista y no le teme a nada. Es por eso que se porta mal y lo dudo que los frívolos espantos de seres del más allá los logren encarrilar en el camino correcto.

Por otro lado, es muy posible que durante esa anunciada reunión entre un alto jefe de esas almas en pena y los fantasmas asignados a esa región, se descubran mejores métodos para convertir a los malos en buenos. Eso espero, aunque lo dudo. Lo digo porque esas ánimas del más allá son igualitas que nosotros los humanos. Somos almas de hábitos. Una vez que nos acostumbramos a hacer las cosas de cierta forma, como que no cambiamos, a pesar de sustos y más sustos. Claro, hay excepciones.

Es muy posible que sea mayormente por esa asiduidad que esos fantasmas se hayan quedado en ese pueblo para siempre. Porque se acostumbraron a lo bueno y lo malo de ese lugar. Pero acá entre nos, creo yo que se quedaron allí más bien porque se habituaron a tomar el agua cachanilla. De acuerdo con lo que dicen mis paisanos, una vez que pruebas el agua de Mexicali, ahí te quedas. Por supuesto, y de ello estoy casi un ciento por ciento seguro, la sabrosa comida china también los mantiene atados a ese terruño.

 

AUTOR: Pedro Chávez