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Refranes y expresiones de nuestros pueblos

By July 16, 2017 July 21st, 2017 No Comments

 

IMAGEN: Niños disfrutan de un show en la Plaza de la Cultura. San José, Costa Rica. Foto tomada en abril del 2013.

 

 

Aprendí muchos dichos (refranes) cuando crecía en Mexicali. Especialmente de mi mamá. Fue mi introducción a ellos. Ya de grande los seguí escuchando y hasta la fecha nada ha cambiado. Es bonito escuchar comentarios transformados en refranes, mas cuando esas frase sabias dan en el clavo. Muchos dichos sólo son frases que se usan exclusivamente en ciertos países. Las incluyo aquí también.

Mi esposa es de Costa Rica y hemos vivido en ese país por buen rato y también he visitado esa tierra montones de veces. Además me casé allí. Son a todo dar los ticos (así les dicen a los de Costa Rica), excepto cuando se trata del fútbol. Pero mejor hablamos sobre ese tema en otra ocasión y más bien nos enfocamos en los dichos. Lo del fútbol es cosa seria. Para todo tienen refranes o expresiones los ticos y todo ese hablar es parte del lenguaje vernáculo de ese país.

Por ejemplo, para ellos todo está a “un brinco” (de distancia). “Está a un brinco”, dicen los ticos, a pesar de que la distancia verdadera esté bien lejos. También te dicen que esto o lo otro está “a la vueltita”. Lo podría jurar, nada está a la vueltita en Costa Rica, aunque ése sea un país “chiquitico”, como dicen ellos.

Otra frase popular de esos centroamericanos es “jalarse una torta”, o como decimos en México, “meter la pata”. También se usa esa expresión cuando una mujer queda embarazada sin querer queriendo. Entre los refranes preferidos de algunos ticos, creo yo, están los siguientes: “Saludar con sombrero ajeno” y “Son muchos los diablos y poca el agua bendita”. Buenos proverbios son esos. Y encajan bien los canijos.

Regresando a los refranes de mi tierra, les diré que nuestra madre tenía su pequeña lista de ellos. Los usaba a cada rato, pero a menudo los aplicaba incorrectamente. Digo yo. “De los arrepentidos se compadece Dios”, decía ella para confirmar que no era malo cambiar de opinión o dejar de hacer algo. Yo apliqué ese dicho igualmente por mucho años hasta que me di cuenta que lo de arrepentido se trataba de otra cosa. Era algo que más bien tenía que ver con cuestiones religiosas.

También decía “Febrero loco y marzo otro poco”. Aunque el refrán se refiere al clima, nuestra madre lo aplicaba a la gente. Los nacidos en febrero son locos; los de marzo, según ella, no lo estaban tanto. ¡A que mi mamá! Todo lo ajustaba a su manera. Estoy casi seguro que ella nació en ese segundo mes del año, pero cambió la fecha a marzo para no ser de febrero.

Su mejor refrán, sin embargo, era el siguiente: “Por eso Dios no les dio alas a los alacranes”. Ése sí lo usaba correctamente, aunque yo en realidad nunca lo entendí bien cuando chamaco. En la colonia Cuauhtémoc (en Mexicali, donde yo vivía en ese entonces) habían muchos alacranes; salían por todos lados, allá por años cincuenta). Cuando mi mamá los mencionaba yo me los imaginaba con tremendas alas y volando tras de mí.

Hay gentes de otros países que también tienen los refranes a pedir de boca. Los colombianos son unos de ellos. Cuando estaba acantonado en la Zona del Canal (Panamá) a finales de la década de los años sesenta, anduve de parranda con muchos soldados de la fuerza aérea de Colombia. Eran a todo dar esos compañeros. Tenían refranes para todo, pero también expresiones muy particulares. Una de ellas era “tranquilo”; otra, “¿cuál es el afán?”. Eran calmados esos chamacos.

Cuando hablaban de mujeres bellas, los colombianos de Cali aseveraban que las más bonitas del mundo eran las caleñas.

“No jodas”, contestaba yo. “¿Y las de México qué?”. Ese “no jodas” es otra de las expresiones usadas a cada rato por la gente de ese país bolivariano. Yo la repetía para usar la jerga de ellos.

“No manito, nuestras caleñas son berracas, tan echadas pa delante”. Eso de manito me lo decían por lo mexicano. Pero todo era en broma, entre buenos cuates.

“Perfecto”, contestaba yo, “cuando te visite en Cali me presentas a tu hermana”. Era en broma también, un albur. Es que así somos nosotros los de mi tierra, cuando la ocasión lo requiere, nos desquitamos con albures. No son refranes, pero sí que ayudan a decir las cosas sin querer queriendo, como decía el chavo del ocho.

 

AUTOR: Pedro Chávez