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Setenta y un años y todavía taloneando

By July 18, 2017 One Comment

IMAGEN: Cóctel de camarones a la Pedro Chávez, con vino tinto (Cabernet marca Lindeman’s de Australia), cerveza Estrella Damm (de Barcelona, España); banquete preparado por un servidor para disfrutarlo yo mero en el comedor formal y sentirme a todo dar la noche antes de mi cumpleaños. Para que no vayan a pensar que me creo mucho y ando presumiendo, la cerveza me la regalaron y el vino lo compro a precio de quema. Pero está bien bueno.

 

Los cumpleaños son importantes, no cabe duda. Son tu día, cuando generalmente te lo celebran con “Las mañanitas” o con un “Happy Birthday”, a veces también con velitas sobre un rico pastel, con muestras de cariño de tus amistades, de tus seres queridos. Son bonitos los cumpleaños, pero lo mejor de todo, digo yo, es despertarte ese día y poder decirte a ti mismo: estoy vivo. Especialmente para nosotros los viejitos, los que estamos más pa’llá que pa’cá.

Hago el comentario de los cumpleaños principalmente por dos razones. En primer lugar porque mañana le pego a los setenta y un años de vida; en segundo lugar porque esa fecha especial me ofrece la excusa para comentarles sobre mi estado de cuenta. No la del banco, la financiera, sino la mía, la de mi vida, en la cual se encuentra todo lo de Pedro Chávez bien enumerado: lo que he hecho y lo que me queda por hacer. Acá entre nos, lo que ya se hizo mejor olvidarlo. Eso ya pasó. Lo que importa es lo que aún queda por finiquitarse, lo que uno se propuso hace un montón de años y todavía no se ha realizado.

Dicho estado de cuenta, entre paréntesis, no incluye fallas ni derrotas ni victorias ni alardes u otros detalles parecidos, sólo las metas alcanzadas y las que se propuso uno cumplir. En lo personal, mi cuentita, la que acabo de revisar, me informa que vale más que me apure y me ponga a chambear bien duro porque un señor llamado don Tiempo es de un carácter inexorable y el reloj que marca las horas para ese señor no espera a nadie. Me dice también que todavía me queda leña por cortar, cerros que escalar y ríos que cruzar. Así son esos estados de cuenta personales, no andan con rodeos y te dicen la cruda realidad.

Por mi parte, yo siempre le he echado ganas a la vida y a eso de alcanzar metas y pienso seguir haciéndolo hasta que llegue el final. Claro, del dicho al hecho hay mucho trecho. Es fácil hablar, difícil cumplir. Especialmente en la edad cuando empiezan los achaques y que la artritis o que los dolores de espalda o de la rodilla. Las cosas de la tercera edad, cuando el viento como que lo quiere tumbar a uno y aquel cuerpo vigoroso de antaño, el que teníamos de chamacos, como que ya no es el mismo. Sin embargo, yo “pa’lante”, mientras el cuerpo aguante, como decía Pompin Iglesias.

Por supuesto, en lugar de andar persiguiendo sueños, me podría dedicar al “relax”, como lo hacía Cantinflas en la película “Sube y baja”. Pero no chatos (y chatas), mientras existan ganas, fuerzas, una mente que funcione y un cuerpo que coopere, voy que seguir taloneando para tratar de alcanzar las metas trazadas.

Hay que seguir en la lucha. Eso no quiere decir que uno se tenga que convertir en esclavo de la bendita lista que anuncia lo que queda por cumplir. Yo, por ejemplo, me apunto para el relax. Me tomo mi vinito, a la mejor una cubita, contemplo las estrellas. Creo que ya se los conté. Pero también me apunto para la chamba.

Viéndolo desde otra perspectiva, el trabajo es también un relax, y a veces ni trabajo es, siempre y cuando uno desarrolle las labores con empeño, con dedicación. Además lo fortalece a uno. Eso me dicen.

Mañana, el día de mi cumpleaños, la voy a pasar bien acompañado por dos canes. Por Oreo, mi compañero de hace ya rato que de vez en cuando me asusta con su caminar lento y falta de apetito, y por Mika, la perrita de mi hija. Es una cocker spaniel llena de vida que molesta a Oreo sólo por dar lata. Es bonita la canija. Ofrecí cuidarla porque mi hija sale de viaje de negocios.

Mi esposa todavía está en Costa Rica cuidando a su papá y a su hermano. Nuestro hijo y su esposa viven en California; allí están los nietos también. Eso no quiere decir que no voy a celebrar un año más de vida. Claro que lo voy a hacer, claro que lo voy a hacer. Pienso prepararme un suculento cóctel de camarones a la Pedro Chávez, con todos los ingredientes de rigor. Lo voy a bajar con una cervecita bien helada y unas copas de tinto. También una cubita.

Aunque, ¿saben qué?, mejor me preparo el cóctel esta noche. Después de todo, ya leí la mentada lista que tiene mi estado de cuenta personal. Me dice que me apure y que me ponga a trabajar en las metas que me quedan por cumplir. Me advierte también que nadie sabe cuándo va llegar la calaca para llevarnos al más allá. Tiene mucha razón esa lista. ¿Para qué esperar hasta mañana?. Mejor me como los camarones esta noche y celebro mi cumpleaños por anticipado.

¡Salud!

AUTOR: Pedro Chávez

 

One Comment

  • Daniel Ordorica says:

    Bien hecho, Pedro. Seguiré su ejemplo ahora que cumpla años. Saludos desde Mexicali.