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Mi cumpleaños número 72

By July 12, 2018 No Comments

IMAGEN: Un servidor, a la izquierda, con nuestro hijo Álvaro, durante su boda en septiembre del 2016.

 

Dentro de unos pocos días pienso llegarle a los setenta y dos abriles, a menos que me parta un rayo antes de dicha fecha. Lo cual podría suceder, ya que uno nunca sabe cuándo va venir a buscarnos la calaca. Yo le tengo mi respeto a esa huesuda. Es canija, tramposa también y tienes sus mates. No es de confiar, no cabe duda. Y cuando se le mete eso de llevarse a mengano o zutano, se lo lleva. Así es ella.

Por mi parte, no me voy a preocupar. Pero sí me le voy a esconder. Hay que ser astuto, a pesar de no tener parentesco con el Chapulín Colorado y gozar de su astucia. Pero sí he aprendido mis trucos. Así somos los cachanillas. Nos las ingeniamos para hacer las cosas bien y para vencer al destino contra viento y marea. Bueno, no contra la marea. Esa está en San Felipe, bien lejitos. Pero sí contra el viento. En Mexicali sí que pegan duro esos vientos, los del norte, los que traen sus rasgos gringos y nos cobran con dólares sus estragos. Pero para qué me voy a poner a hablar de asuntos que no tienen velas en este entierro, cuando el tema de este escrito trata más bien de mi cumpleaños. Y de eso voy a escribir. Espero no se molesten.

Acá entre nos, como dice la canción, esas fechas cuando cumplimos años como que nos ofrecen un espacio para reflejar, para sacar cuentas y restarle lo que no fue a lo que fue. Eso digo yo. A menos que uno no ande sacando cuentas, lo cual es mi caso. Yo “pa’lante”, como dicen nuestros hermanos con alma llanera, los del Arauca vibrador.

En caso de que no estén todavía informados sobre mi pasado o de quién soy, les diré que me llamo Pedro Chávez. Nací en el mes de julio, un diecinueve, y según los astros soy de cáncer. No creo en la astrología, pero parece que en mi caso cierta característica de los que nacen bajo ese signo me queda como anillo al dedo. Soy un romántico empedernido. También soy de familia y medio lunático. Como quien dice, estoy medio loco. Me gusta leer y escuchar música, añoro las cenas a media luz, ya sea en el comedor formal en casa o en un lugar apartado, acompañadas esas tertulias con vino tinto, del barato, no importa. Le doy vuelo a la hilacha, a la bailada; también a la imaginación y a los sueños y me gusta recordar. Siempre he sido medio enamorado. Pero una vez ya casadito, siempre he sido fiel. Tengo mis testigos. Bueno, digo yo.

Me gusta disfrutar la vida, pero trabajar también. Soy cumplidor, pero, repito, también soñador. He metido la pata cien mil veces, pero también he estado muy cerca de alcanzar las estrellas. No soy guapo y nunca lo he sido, pero tengo un corazón bien grandotote, de esos que nunca se cansan de querer. Me gusta el mundo y la gente de todos lados. Sus modos, sus gustos, la música del planeta. Todos los días trato de levantarme con mucho ánimo y decirle a la vida que este mexicano sigue vivito y coleando. Amo a mi gente, la que me rodea, pero existe una que quiero montones. La de mi América Latina. Y a ésa le digo lo siguiente. El escrito está medio poético, pero bueno, así somos los de cáncer.

Antes de petatear, como decimos los mexicanos, quiero escuchar tu canción, la de Jorge Celedón, la del llano, de la pampa, la que con llantos del arpa nos alegra el corazón. Quiero escuchar tu canción, aquel canto guaraní, la canción que te ofrecí detrás de rejas tiranas, cuando muy por la mañana ni te acordaste de mí. Quiero escuchar tu canción, la que alguien te escribió, oh mi tierra americana. Antes de irme de aquí, quiero escuchar bellas notas, las que tú siempre me tocas, las que cantan los mariachis, las canciones del Caribe, las que incitan danzas locas. Quiero escuchar bellas notas, con guitarra y acordeón, bailar rumba y un danzón. Antes de irme de aquí, quiero cueca, quiero zamba, quiero uno y otro son. Quiero escuchar mil marimbas y también mil marineras; quiero escuchar mil pasillos, pa’ acordarme bien de ti.

Cuando ya no esté aquí.

Por ahora, hay Pedro Chávez para rato. Digo yo.

 

AUTOR: Pedro Chávez