IMAGEN: Nora Peral (una de las nombradas) y su esposo Carlos Guillen. Imagen de la página de Facebook de Nora.
El 14 de agosto de 1962 cruzamos la garita de Calexico para irnos a vivir al país donde según nos contaban se barrían los dólares con la escoba. Salimos ya tarde de la colonia Cuauhtémoc, no sé por qué, y ese día sólo llegamos a Westmorland, en el norte del valle Imperial. Mi papá tenía allí un primo y en esa casa pasamos la noche. Una de las hijas de nuestro tío segundo, una joven con bonito modo, pero cuyo nombre no recuerdo, nos entretuvo por buen rato. Su español era limitado y a menudo insertaba palabras en inglés en la conversación.
Uno de esos términos intercalados fue la palabra “fun”. Ninguno de nosotros entendía el significado de “fun”. Ella trató de traducirla a nuestro idioma, pero nunca encontró en su español pocho un término que significara lo mismo que en inglés y se conformó con repetir numerosamente la versión en su idioma.
Es “fun”, decía. “Fun, algo que es fun”.
No mucho tiempo después aprendí el significado. Los americanos usan la palabra para decir un montón de cosas, pero en español más que todo quiere decir “divertido”. Y eso es lo que pretendo hacer hoy y mañana por medio de este espacio: divertirnos. Espero que ninguno de ustedes se enoje, pues pienso jugar con los nombres de algunos de los afiliados de este grupo. Creo que va a ser divertido; “lots of fun”.
Todos nuestros nombres de pila y nuestros apellidos esconden un mundo mágico. Ese mundo es nuestro. Con el pasar de los años ese mundo nos transforma en seres especiales, en individuos, reales o imaginados. Creo yo. Y si no es cierto, ¿qué importa? Somos lo que somos. Espero les guste el juego.
Empecemos con el nombre de la buena amiga y descendiente de los que hicieron nuestro pueblo, Áurea Jiménez. Con ese apellido, el de mi ídolo José Alfredo, ya se ganó el pase a la gloria. Además de su alcurnia cachanilla, Áurea lleva el nombre de una diosa griega y posiblemente el de la bella durmiente del bosque, nombre que se dejó omiso en el cuento de Perrault.
Seguimos con Nora Peral. Nora como mi prima, la hermana menor de “El Payo”, y Peral, con rasgos de campo, de huertos, de tierra fértil. Con sólo agregarle un “del”, ese apellido, del Peral, sería de telenovelas, de los ricos, de aristocracia: Los del Peral.
Sigue Reyna García. Mi apellido materno, el de mi madre, el de muchos mexicanos que vinieron a trabajar nuestra tierra cachanilla. García, apellido de todos, de las películas, “Los Tres García”. Reyna, con y griega, otro aspecto muy mexicano. A diario nos encontramos con las y griegas del camino y de la vida, donde tenemos que hacer una decisión, nos vamos por la izquierda o por la derecha; hacemos esto o hacemos lo otro. Además reina, en la cúspide de la realeza. Las reinas valen mucho.
A ver ¿quién sigue? Ah, Lourdes Coronado Valencia, nombre y apellidos de abolengo. Lourdes, la virgen María de los franceses, la que vio Bernadette en Lourdes, Francia. Coronado, explorador español, el que buscaba las siete ciudades de Cíbola, y nombre de una isla frente a San Diego, California. Valencia, capital mundial de la paella si me preguntan a mí. Ciudad de fallas, de fiesta, de fuegos artificiales. Festín de música, títeres y gigantas en zancos. Qué ciudad. Y qué apellido.
Pronto sigue el “fun” (la diversión) con el juego de nombres.
AUTOR: Pedro Chávez