«Nos encontramos reunidos aquí, en esta alianza de naciones aunadas por una historia y valores comunes. Augurando, tanto yo como toda la gente de este país, que llegue el día cuando todos los pueblos de América Latina y sus gentes ocupen el lugar que les corresponde al lado de Estados Unidos y Europa Occidental, como ciudadanos de sociedades industrializadas, con un crecimiento cada vez más abundante».
Presidente John F. Kennedy, 13 de marzo de 1962
Extracto de un discurso en el primer aniversario de la Alianza para el Progreso
Hace un poco más de sesenta años que el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, propuso la creación de una alianza interamericana que llegó a conocerse como Alianza para el Progreso. Según el presidente Kennedy, el propósito del programa era fomentar «un esfuerzo cooperativo en todo el continente para satisfacer las necesidades básicas de todos los pueblos americanos en cuanto a hogar, trabajo, tierra, salud y escuelas, libertad política y dignidad del espíritu». En agosto de 1961, en Punta del Este, Uruguay, se formó oficialmente dicha alianza, con un estatuto que decía: «Nosotros, las repúblicas americanas, proclamamos nuestra decisión de unirnos en un esfuerzo común para brindarle a nuestra gente un progreso económico acelerado y justicia social más amplia dentro de un marco de dignidad personal y libertad individual».
La quimérica alianza de Kennedy, sin embargo, no duró o logró mucho, por diferentes razones, pero principalmente porque él no estuvo presente para defenderla. En 1973, el programa fue considerado un fracaso por la Organización de los Estados Americanos, la cual disolvió el comité permanente establecido para implementarlo.
Nunca se sabrá si el plan de Kennedy fue un esfuerzo sincero para promover el crecimiento económico y las libertades individuales en las Américas, o si sólo fue un decir. Después de todo, Estados Unidos nunca antes se había preocupado por el bienestar de sus vecinos del sur. Pero a juzgar por el compromiso de Kennedy con el Cuerpo de Paz y hacia otros asuntos parecidos, de personas que ayudan a personas, uno llega a la conclusión de que sí apoyó genuinamente los objetivos de la Alianza para el Progreso. También reforzó sus palabras con acciones, extendiendo su mano y su amistad a los pueblos de las Américas, viajando a México y a Costa Rica, en donde personalmente alternó con los presidentes de esos dos países y con otros líderes centroamericanos. Y en donde, entre paréntesis, fue recibido con los brazos abiertos.
Desafortunadamente, ese intento inesperado de los Estados Unidos, de convertirse en un verdadero amigo de sus vecinos del sur, prácticamente desapareció una vez que Kennedy nos dejó. Al igual desaparecieron los ideales de promover el crecimiento económico en todo el hemisferio occidental. A excepción del TLCAN, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, un acuerdo que recientemente ha cambiado de nombre y el cual ha beneficiado a las economías de sus tres países miembros: México, Canadá y Estados Unidos.
Sin embargo, todavía hay tiempo para corregir el rumbo y optar por lo visionario en lugar de apegarse al viejo y desgastado statu quo, y formar una verdadera asociación con el resto de las Américas, para ayudar a hacer crecer esas economías al igual que la de los Estados Unidos, a medida que todos avanzamos por el camino de un futuro mutuamente beneficioso. Llego la hora de formar una nueva alianza, la cual incluya a todos los países en el hemisferio occidental, desde Canadá en el norte hasta Argentina en el sur, y, tomando prestadas las palabras del presidente Kennedy, para «convertir nuestras buenas palabras en buenas acciones, en una nueva alianza para el progreso, para ayudar a los hombres libres (a la gente libre) y a los gobiernos libres a deshacerse de las cadenas de la pobreza».
Lo que necesitamos, acá entre nos, no es una alianza política, del tipo que acuerdan los jefes de estado, sino un programa fomentado por líderes empresariales de todo el hemisferio occidental, por empresarios visionarios que puedan ir al grano y logren construir una red de comercio que tenga sentido y que beneficie a todas las partes involucradas. Pero, ¿cómo vamos a crear esta red? Algunas sugerencias bien fundadas vendrán en escritos futuros.
NOTA: El 26 de marzo de este año, se estableció la corporación sin fines de lucro Growing The Americas (Fomentando las Américas) en el estado de Texas. El objetivo principal de la organización es promover el crecimiento económico en el hemisferio occidental. Se trata de un ideal que nació en mi mente hace ya tiempo y al cual deseo brindarle todo mi esfuerzo. La primera fase del proyecto tiene que ver con hacer correr la voz, para que otros sepan acerca de una estrategia que puede ayudar a hacer crecer las economías de todas las naciones de nuestro continente. La columna actual, así como muchas otras que se publicarán dos veces por semana, son parte de la fase del esfuerzo informativo del plan. Por favor manténgase al tanto. Gracias.
AUTOR: Pedro Chávez